Monday, October 03, 2005

CIUDAD DE LA ETERNA JUVENTUD.

Las aguas mágicas que tenían la virtud de rejuvenecer, dice la leyenda más antigua, brotaban de un manantial del río del Paraíso, fuente de vida descubierta en el Asia Menor, en tiempos de Alejandro el Grande. Traspuesta al Nuevo Mundo, la fábula cobró vida nuevamente. Al parecer, está en algún lugar de la Península de la Florida, y tiene por particularidad que en su centro hay un jardín que se inicia a partir de la Fuente de la Juventud. Cuando se produce el descubrimiento de América, la visión mística de aventureros como Gerónimo de Mendieta, que era un romántico, y fray Bartolomé de Las Casas, influyó decisivamente en América. En especial Las Casas, basado en la filosofía de San Francisco de Asís y en los movimientos espirituales de la Edad Media, plantea que son las sagradas escrituras las que podían ofrecer el máximo conocimiento para entender el naciente universo terrestre. Bajo esta visión la nueva tierra se convierte en el escenario geográfico en donde la humanidad podía crear un paraíso terrestre donde toda una raza de hombres sería consagrada a la pobreza evangélica, en un anhelo de volver a nacer con toda la inocencia y simplicidad adánica. Sin embargo, a esos intentos de convertir las nuevas tierras en el reino de Dios, no bastaba la acción de hombres como Sahagún. Había que ubicar geográficamente el Edén. Y el escenario primero más espectacular para los exploradores incentivados por esta fe se hizo la Florida. El adelantado Ponce de León, conquistador de Puerto Rico, fracasó en dos ocasiones (en 1512 y 1521) en que intentó llegar a la Ciudad siempre joven, y al cabo de un nuevo intento encontró la muerte de un flechazo recibido en combate con los naturales. Su experiencia levantó un velo siniestro sobre la Fuente de la Juventud. Alvar Núñez Cabeza de Vaca es quien vive la mayor aventura del siglo XVI en esos parajes: intentando llegar al sitio, el 17 de junio de 1527, zarpa de Sanlúcar de Barrameda hacia Florida en la expedición de Pánfilo de Narváez. De esta expedición (cerca de 600 hombres y cinco navíos) sólo sobrevivirán Alvar Núñez y tres de sus compañeros. Durante ocho años recorrieron a pie lo que hoy es el sur de los Estados Unidos, hasta internarse en la zona noroeste, donde, convertido en curandero, Alvar Nuñez realizó prodigiosas curaciones con plantas y aguas que le valieron el respeto religioso de los indios, pero, que se sepa, nunca llegó a la Ciudad de la Fuente de la Eterna Juventud.
© Waldemar Verdugo Fuentes.